¿Qué es ser Franciscano Seglar?

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sábado, 24 de febrero de 2024

VÍA CRUCIS

El pasado viernes 23 de febrero celebramos en la iglesia de Santo Domingo el rezo del piadoso vía crucis.

Para esta ocasión, como ya lo hiciéramos el año pasado redactamos un Vía Crucis con las reflexiones de cada estación. Os compartimos el texto:



EJERCICIO DEL VÍA CRUCIS

Por la señal de la Santa Cruz... Señor mío Jesucristo...

O en su lugar:

En el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Reunidos en torno al camino de la Cruz, meditemos las escenas de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Nosotros queremos imitar a Cristo, queremos conseguir la meta de San Francisco, vivir en nuestra vida con Jesús.

La meditación del Vía Crucis no sólo se hace en silencio y en espíritu; también se recorre el camino por las diferentes estaciones. Que esto nos sirva para recordar que Cristo espera de nosotros no sólo que tengamos buenas intenciones o buenas ideas, también que las pongamos en práctica y, sobre todo, salgamos al encuentro de los hermanos.

Señor, te pedimos que recorriendo contigo el camino de la cruz, salgamos al encuentro del hermano, como lo hiciste con las mujeres de Jerusalén. Que imitemos a Francisco de Asís y abracemos a los leprosos de nuestro mundo más cercano.

Pausa de silencio

Oremos: Señor Jesucristo, colma nuestros corazones con la luz de tu Espíritu Santo, para que, siguiéndote en tu último camino, sepamos cuál es el precio de nuestra redención y seamos dignos de participar en los frutos de tu pasión, muerte y resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. [Juan Pablo II]



Primera Estación JESÚS ES CONDENADO A MUERTE

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

El dolor comienza con una injusticia. No creemos que sea justo que un amigo nos falte, que la enfermedad nos toque o que la inestabilidad económica zozobre nuestra vida. Jesús pasa por esta injusticia. Ha pasado curando, ayudando, enseñando, acogiendo; y ahora es tratado como un asesino, un estafador, un ladrón.

Señor, que sintamos tu ánimo en los momentos difíciles, donde todo nos cuesta. Que a pesar de que el mundo no sea agradecido con nuestras buenas obras, no desfallezcamos en realizarlas. Sabemos, Señor de la Sentencia, que Tú eres juez justo y que en el Reino de los Cielos nos lo compensarás.

Padrenuestro.

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.

Segunda Estación JESÚS CARGA CON LA CRUZ

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Espectáculo se puede definir la escena de ver cómo camina Cristo por las calles de Jerusalén. Le han clavado una corona de espinas que se entrelaza con sus cabellos húmedos por la sangre y el sudor. Viste una túnica que a cada segundo se empapa en más sangre por los azotes. Le cargan un madero pesado que será su propia tortura.

Cuantas veces, oh Señor Nazareno, nos volvemos verdugos de nuestros hermanos. Condenamos a quien, por el interés que sea, no casa con nuestro plan. Y lejos de quedarnos en el rechazo, lo vestimos con difamaciones, burlas, comentarios. Señor, hazme saber tratar bien a mis hermanos, que sepa acogerlos como tú acogiste tu cruz, con un abrazo.

Padrenuestro.

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.



Tercera Estación JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

«Eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba. Yahvé descargó sobre él la culpa de todos nosotros» dice el profeta. Jesús lleva una noche sin dormir, ha perdido mucha sangre, las fuerzas humanas las va agotando bajo el madero.

Nosotros, caemos. Y caemos bajo nuestros propios pecados. Jesús coge todos esos pecados y aunque cae, se levanta y nos enseña a que siempre Dios puede más. Antes me cansaré yo en pecar, que Dios en perdonarme; nos dice santa Teresa. Jesús del Perdón, hazme acudir a Ti en el sacramento de la reconciliación, en la búsqueda del perdón.

Padrenuestro

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.

Cuarta Estación JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

¿Qué puede hacer una madre ante semejante imagen? Por desgracia, vemos continuamente en los medios de comunicación imágenes de madres desoladas, de niños que perecen ante la guerra, el hambre o el propio mundo. María es una de esas madres.

María Santísima de la Amargura, intercede por nosotros, por nuestra sociedad. Que no nos quedemos de brazos cruzados ante las injusticias. Que te imitemos y permanezcamos al lado de quienes sufren y padecen.

Padrenuestro

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.



Quinta Estación JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Uno de la muchedumbre es elegido por los soldados para que ayuden a Cristo a llevar la cruz. Simón de Cirene, que venía cansado de labrar el campo, se sobrepone a todas las dudas y agarra el madero del Señor.

Muchas ocasiones encontramos excusas para no estar con Cristo. Estudios, trabajos, labores domésticas; nos ocupan más que pensar en que el Señor te está esperando. Jesús de la Pasión, ayúdanos a sentir el regalo tan grande que nos haces cada día estando con nosotros. Que busquemos siempre momentos para estar contigo y podértelo agradecer.

Padrenuestro

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.

Sexta Estación LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

El Señor había predicado a incontables fieles que le seguían y predicó. «lo que hagáis con uno de estos, mis pequeños, conmigo lo hacéis». Sin embargo, ahora era Él el pequeño y nadie le socorría. Qué difícil es salir de los convencionalismos sociales y realizar aquello que el Señor nos insufla en el corazón. La verónica siente la llamada a limpiar el rostro de aquel hombre ensangrentado.

Jesús de la Santa Faz, haz que aceptemos la vocación a la que nos llamas, que nos atrevamos a decirte sí.

Padrenuestro.

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.



Séptima Estación JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

En los propios evangelios, no se refleja ninguna caída del Señor. En cambio, el pueblo entiende que tras aquellos tormentos sufridos en el palacio de Pilatos y con el inmensurable peso de la cruz, Jesús cae en el camino.

Jesús del Amparo, haznos firmes en la Fe especialmente en los momentos de flaquezas y debilidades. Que podamos sentir tu aliento y compañía en nuestras caídas.

Padrenuestro

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.

Octava Estación JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Dijo Jesús a aquellos padres de Jordania, “la niña no está muerta, sino duerme”. Jesús ha devuelto a la vida a la hija de Jairo, ha curado a la hemorroísa y ha devuelto la vista al ciego. Cristo es consuelo tanto del alma como del propio cuerpo.

Nosotros, seguidores de Jesús, también tenemos que ser medicina y consuelo para aquellos cuyas almas están atormentadas. Cristo de la Salud, infunde en nosotros ánimos de consolar y curar a los heridos de este mundo.

Padrenuestro.

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.



Novena Estación JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

En el desierto, el demonio tienta a Cristo tres veces y en las tres Jesús rechaza al mal y cumple la voluntad de su Padre. Dirá el Papa Francisco que con el demonio no se negocia. Nosotros en cambio sucumbimos a innumerables tentaciones que nos apartan de Dios.

Cristo ha caído para acompañarnos a nosotros en las caídas. Por el contrario el mundo cada vez pone más obstáculos entre Dios y los hombres. Cristo de las Tres Caídas, ayúdanos a eliminar las barreras entre Tú y los hombres. Que seamos puentes de tu amor y cercanía.

Padrenuestro

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.

Décima Estación JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Cristo ya pisa con sus pies descalzos la gran piedra en forma de calavera que es el Calvario. Allí le desgarran los vestidos, abriéndole de nuevo las pocas heridas que se estaban cicatrizando y le quedan desnudo.

“Conozco a Cristo pobre y crucificado y eso me basta” dice san Francisco. ¿Nosotros conocemos a Cristo pobre o por el contrario esperamos que sea un rey y un líder? Los discípulos esperaban de Jesús un gran guerrero que liberara al pueblo de los romanos. Ahora ven a un hombre desfigurado y desnudo a punto de morir. Cristo del Calvario, que sepamos descubrirte como Tú eres y no dibujemos un Dios que vaya acorde con nuestros intereses.

Padrenuestro.

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.



Undécima Estación JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

El suplicio de la cruz, además de ser infame, propio de esclavos criminales es extremadamente doloroso. La escena es atroz. Un ser humano hecho, una cruz empapada de sangre y el suplicio de este tormento.

La cruz ya no es tormento del pecador, la Iglesia redescubre en ella la llave del paraíso. Cristo, está convirtiendo el dolor y la muerte en victoria. Santísimo Cristo de la Vera Cruz insufla en nosotros el amor hacia Ti necesario para poder descubrir la paradoja de la cruz.

Padrenuestro.

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.

Duodécima Estación JESÚS MUERE EN LA CRUZ

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

La agonía del crucificado es insoportable para cualquier persona. Sentir cómo se desgarra tus extremidades y cómo te ahogas lentamente por la compresión de los

pulmones. Qué duro tiene que estar el corazón de aquel que disfrute viendo a otra persona sufrir así. Para mayor dolor, la madre de Jesús y su familia, estaban presentes.

Cristo, que has querido cumplir la voluntad de tu Padre hasta el final, haznos darnos cuenta del valor de la vida y cómo Tú has derrotado a la muerte por tu Buena Muerte.

Padrenuestro.

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.



Decimotercera Estación JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ Y PUESTO EN LOS BRAZOS DE SU MADRE

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

María se olvida de su dolor por un instante y busca cómo poder acercarse a Jesús. José de Arimatea, Nicodemo, Juan; ayudan a María para desenclavar a Cristo. En cuántos momentos acunó a este hijo suyo, entre sus brazos; los mismos que ahora le acogen sin vida y cubierto de sangre.

Cuántas necesidades tenemos en el día a día y no somo capaces de valorar el momento presente. Nos enfoscamos en pensar en qué nuevo proyecto necesitamos, en qué nueva necesidad debemos tener y por lo tanto nunca valoramos lo que Dios nos regala cada día. María Santísima del Mayor Dolor, intercede para que valoremos los dones que Dios nos regala.

Avemaría

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.

Decimocuarta Estación JESÚS ES SEPULTADO

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

José de Arimatea y Nicodemo tomaron luego el cuerpo de Jesús de los brazos de María y lo envolvieron en una sábana. Después, hicieron rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro, y regresaron todos a Jerusalén.

Cristo, cuando se encarnó en el vientre de María dignificó al ser humano. Dios mismo se ha hecho hombre. Ahora Cristo dignifica la muerte del hombre, su sepultura. En una sociedad donde la muerte es un negocio; donde nos venden la idea de que seremos inmortales; Cristo Yacente nos muestra que el ser humano tiene dignidad desde su concepción hasta su final.

Padrenuestro.

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.

Decimoquinta Estación JESÚS RESUCITA DE ENTRE LOS MUERTOS

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

En los planes salvíficos de Dios, la pasión y muerte de Jesús no tenían como meta y destino el sepulcro, sino la resurrección. Cristo nos antecede en el camino hacia Paraíso y nos ha regalado la Esperanza de una vida en plenitud.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.



Oremos:

Señor Jesús. Te hemos acompañado en el duro "camino de la Cruz" con fe, amor y esperanza. Hemos entendido cuanto te ha costado ofrecerte a nosotros como camino para hacernos llegar al Padre; cuanto te ha costado caer en el precipicio a fin de permanecer entre nosotros, para abrazarnos en nuestra pérdida y darnos tu misma vida. Señor Jesucristo, tú nos concedes acompañarte en los misterios de tu pasión, muerte y sepultura, para que te acompañemos también en tu resurrección; concédenos caminar contigo por los nuevos caminos del amor y de la paz que nos has enseñado. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén